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Desde hace ya más de un mes nuestra vida ha dado un giro inesperado…toca seguir aprendiendo, pero esta vez desde casa. Y, ¿cómo lo vamos a hacer? Lo único que tenemos claro es que este nuevo escenario, nos hace apostar por estrategias y recursos que faciliten y den la oportunidad a todos y cada uno de nuestros/as alumnos/as. Debemos ayudarles a destapar los aprendizajes que se esconden detrás de sus situaciones cotidianas.

Ahora hay que poner en alza aprendizajes funcionales que superen la idea de tener una u otra nota. Lo importante, más que nunca, es que tengan herramientas que les ayuden a enfrentarse a los nuevos retos… estar todo el día en casa no es una tarea fácil, porque, aunque parece que tenemos todo el tiempo del mundo, se nos acumulan rutinas, los aplausos, las tareas del cole, videollamadas….

Es en estos momentos cuando la personalización del aprendizaje se convierte en un compañero indispensable. Necesitamos más que nunca conocer los intereses, capacidades y debilidades de nuestros alumnos, así como sus circunstancias personales para impactar verdaderamente en su vida. Para conseguir superar estos nuevos retos debemos además estrechar los lazos familia-escuela.

Personalizar es centrarse en las fortalezas nuestros/as alumnos/as. Cuando nos centramos en los puntos fuertes conseguimos dar diferentes enfoques a las actividades y tareas. Cambia nuestro punto de vista y vemos que el dinero se puede aprender jugando al Monopoly o montando un supermercado en casa; vemos que una receta de cocina pone en jaque funciones de planificación tan necesarias en nuestro día a día.  Nos damos cuenta de que la geografía se puede aprender a través de los deportes o que un rap puede sacar el poeta que llevamos dentro.

Personalizar, supone, además, centrarse en el seguimiento y el acompañamiento del alumnado y su familia, levantando puentes que ayuden a conectar sus experiencias personales con los aprendizajes más curriculares. Acompañarlos dándoles su espacio, ayudándolos a entender que el proceso de aprendizaje tiene en cuenta sus pequeños avances y que colaborar en las tareas de casa también es trabajar. Porque dentro de unos años, cuando esta situación se convierta en un recuerdo, nos gustará que nuestros alumnos/as recuerden estos días de cuarentena como días en los que aprendieron a través de canciones, consiguieron hacer bizcochos sin levadura,  disfrutaron de cuentos contados en la distancia, viajaron sin moverse de casa gracias a las visitas virtuales a museos, superaron los challenges que inundaban las redes y han inventado los suyos propios…, y, sobre todo, esperamos que recuerden que aprendieron a ser felices  disfrutando de las pequeñas cosas que les rodeaban.

Elisa Gutiérrez

 

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