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Todo comenzó en los pasillos de la universidad, comentando la posibilidad de irnos a Madrid al colegio Safa Trilema. Creíamos que esto iba a ser una idea pasajera, pero de repente nos vimos con las maletas en Madrid.

La ilusión no nos faltaba, pero los nervios estaban a flor de piel. Teníamos muchas inquietudes sobre nuestros primeros pasos en el centro. ¿Cómo podría ser el colegio?, ¿Cómo trabajarían con la metodología establecida?, ¿Cómo serían nuestros tutores?, etc.

Nada más llegar bajamos a la asamblea de los lunes. En ese momento, fuimos conscientes de una realidad que iba a ser nuestro día a día.

Aterrizados en nuestras aulas todo empezaba a tomar forma. Estaban acabando los proyectos, creando sus productos finales porque llegaría un día muy importante, la celebración del aprendizaje. Este evento era una de las dudas que teníamos acerca del funcionamiento del centro, ya habíamos escuchado sobre su existencia, pero no sabíamos lo que ello conllevaba. Fue una grata sorpresa cuando nos contaron en qué consistía y la ilusión con la que toda la comunidad educativa se involucra en el evento.

El colegio nos mostró lo que puede llegar a significar la unión de todos los elementos que participan en la educación.

Dispuestos a seguir aprendiendo de una metodología basada en proyectos donde el alumno resuelve situaciones, restos o respuestas a preguntas a través de sus conocimientos, recursos, investigación, reflexión y cooperación activa llegamos a entender lo que engloba cada aportación del equipo docente atendiendo a la diversidad del alumnado.

Esta experiencia sería una oportunidad única para compartir y aprender unos de otros, enorgulleciendo y enriqueciendo nuestra labor como futuros docentes.

Llegamos a comprender que hay pocas cosas comparables con la emoción de ver cómo aprenden a trabajar en conjunto, ayudándonos unos a los otros. De esta manera, hemos podido observar la capacidad para resolver situaciones cotidianas a partir de lo aprendido en el aula. Y sobre todo la autonomía que tienen todos ellos.

Finalmente, podemos decir que nos vamos con una mochila llena de experiencias que sin lugar a duda nos servirán para nuestro largo camino como futuros maestros. Todo esto no podría haber sido posible sin el apoyo de nuestros tutores y de toda la comunidad educativa del centro, que desde el primer momento nos acogieron como uno más.

Gracias a todos los que habéis formado parte de esta aventura inolvidable.

Clara, Guille y María.

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